lunes, marzo 6

¡¡Viva Colonia!!

Aun tengo purpurina en el pelo… y tampoco he conseguido quitar alguna mancha blanca de maquillaje de la ropa. Pero da igual, éstas cosas de disfrazarse sólo ocurren 1 vez al año, o como mucho 2. Y he tardado en escribir el post porque no tenía ninguna foto para “ambientar”, me han llegado hoy junto a mi MP3, que lo había olvidado en casa de la anfitriona.

El viernes por la mañana a la 1 cogí el tren para ir a visitar a Naïma y a los carnavales que por allí rondaban, iba tan nervioso que no sé cómo organicé el horario que llegué 1 hora antes de lo previsto a coger el tren. Y eso que por el camino me había cruzado con el tutor, que preguntó “caperucito, donde vas con esa mochila tan gorda?”.

Ahora en serio, para escaquearme el día, le dije al buen hombre que tenía que irme para España a hacer unas cosas importantísimas y por eso necesitaba viernes y lunes libres. Claro que después de lo vivido, una juerga así también la califico de cosa importantísima, qué caramba.

Tres horas largas de viaje sentado en la ventanilla del tren, comprimido por una hermosa señora y su sonrosado y también orondo retoño y meditando sobre la utilidad de reservar asiento cuando el de al lado también hace uso parcial de tu sitio, me hicieron llegar a Gelsenkirchen.

Siempre había creído que era algo así como un pueblo, porque en el mapa sale pequeñito y como sin importancia, pero parece que “solamente” tiene 300.000 habitantes. Normal, miras por la ventanilla del tren y todo el rato son casas alternadas con un pedacito de bosque. Y si hay algún claro en el bosque, tranquilos que habrá más casas.

Fuimos de compras para las provisiones, que Laura venía en un par de horas y por la noche Fabian y Steffanie, dos amigos de Naïma, vendrían a cenar.


Ya sabeis que el apartamento de un soltero no suele ser precisamente un super, te encuentras el cartoncito de leche, dos yogures… 5 kg de patatas! Y no porque te gusten las patatas o te dediques a su cultivo, no, es porque o te llevas eso o comes patatas nada más que de prestado.

El cuscús de la cena estuvo muuuuuu rico, que la joía ésta cocina muy bien (apuntad chicos, apuntad), y la noche rara, dos alemanes, dos españoles y la francesa que era la única que nos entendía a todos bien y prestaba un oído a cada lado la pobre. Babel, sin duda.

Por la mañana amanecimos con ganas de estrellar el movil “especial” de Laura, es de esos que despierta a todo Dios menos al dueño y que 3 horas después, sigue dando un pitidito ridículo para recordar que hace 3 horas que debiste hacer algo.

Ellas se fueron a patinar sobre hielo (me devolvieron a la pobre Naïma con una rodilla estrozá) y yo me fui a un ciber hacer una prueba online del master de CISCO.

Encontré uno abierto y había un chico turco que se las vió y deseó para conseguirme un PC al que no le fallase algo. Al cabo del rato saqué los libros y el chaval me miró extrañando, seguí sacando el portátil… Se puso en una mesa detrás de mí a vigilarme, supongo. Y ya cuando puse en la pantalla el simulador de redes, lo debí acojonar del todo porque desapareció y vino un hombre mayor a preguntarme si todo iba bien (Alles klar?). Con la confusión del momento y las prisas (que no me daba tiempo a contestar todo, leñe). Le dije “Espero que sí” (me refería a mi examen); se le puso una mirada vidriosa, se dio la vuelta y siguió mirandome desde el mostrador.
Haciendo amigos, como siempre.

A la vuelta todos estaban ya reunidos allí, hicimos las presentaciones de rigor y terminamos de comer. Todo el mundo sacó sus disfraces y descubrí que los más disfrazados eran Laura (diablessssa), Naïma (gripe del pollo) y el menda… Desde disfraz de caramelito, hasta de césped con flores, pasando por fantasías irreconocibles varias, eso era el resto del personal.



Dusseldorf como ciudad no está mal, pero la (des)organización del desfile era patética y excepto unas chicas que salieron en minifaldita y top, no había nada interesante. Es de reseñar el mérito de esas heroinas, que con una temperatura menor de 0 grados estuvieron un rato bailando y “animando” al público.

Una hora después de llegar, Laura y yo estábamos que nos hacíamos pipi encima o donde nos dejaran, así que salimos corriendo a los servicios públicos que habían situado cerca y… Me sigo sin hacer a tener que pagar unos 50 cent. cada vez que quiera hacer aguas, es un robo!

A la salida me encontré a la genio de la lámpara con su colega la vaquera, que me empercharon para todas las fotos y después decidieron contarme su vida mientras Laura volvía con cara de post-orgasmo del WC.

La marcha por el casco antiguo es genial, pero la música que ponen con los carnavales es para llorar: estrictamente alemana. Alguno me sabría decir una puñetera canción alemana? ARGGGG.
Marianna, una chica italiana que vino y nos sirvió de paciente guía, logró llevarnos un sitio interesante, CALIENTE y con… buena música. Los abrigos volaron, todos empezaron a bailar… y me salió la colita. Sí, esa que todo bunny de playboy lleva en la retaguardia, mal pensaos!
Y parece que tiene un efecto hipnótico, pon algo blanco sobre un fondo negro e ilumina con ultravioleta, verás que pasa.

En la barra pidiendo algo para beber, noté que alguien más me tiraba de la colita y cuando miré… Habia una gatita tremenda que se me presentó y me dio coba para largo rato. Terminó escribiendo su número de movil en mi brazo y me preguntó si le llamaría, poniendo sonrisa de Colgate (¿¿Colgate?? Lo que quiero es sobate, besate y f***ate!). Y que conste que antes de decirle que sí, lo dudé mucho mucho. Por lo menos 2 segundos.
Algo que tendré para contar en el asilo cuando sea viejo.
Pero es que no he visto jamás un cebo igualable a la colita, ni siquiera cuando tirábamos a Nono (mi colega macizo) entre las tías y luego recogíamos a ver que había picado!

La mañana siguiente amanecimos hechos trizas, Annina (el caramelito) se había quedado a dormir y a las 12 regresó a casa, para Laura y su movil (no se me olvida, no) el fin de semana terminaba a las 4 con su tren de vuelta.

Naïma me llevó a pasear un poco por Gelsenkirchen (hacía frío a patadas) y el resto de la tarde transcurrió entre una película, dormir, cenar, y una larga charla hasta entrada la madrugada.

El lunes por la mañana, fiesta nacional alemana, íbamos a visitar Colonia y el carnaval, pero en plan mirones, vamos, con la mochila y la cámara en ristre. Aunque en el ultimísimo momento pensamos que ir a una fiesta así y no participar, sería una castaña.

Bendita idea. En un pispas nos arreglamos y salimos para la estación de tren, donde nos encontramos a un par de periodistas del WAZ que nos preguntaron si nos gustaría una entrevista y unas fotos. Por supuesto que no pude más que decir mi nombre, pero mi acompañante sprachmaschine le resolvió todo al señor Gustavo.

Mamá, ya tengo mi primera portada de periódico!! Bueno, no es portada, pero al menos salgo xDD.
Es que eso de ser internacional y poner cara de ilusión en la foto, es muy periodístico.

Después de hacer el viaje la mitad de pie y el resto apoyados como podíamos en un vagón que parecía de ganado, por la cantidad de animalitos que había dentro, llegamos a la ciudad. Había un ambiente fantástico, con unos disfraces geniales y un frío que pelaba.
Logramos subirnos a unas escaleritas para ver los desfiles y al rato ¡aparecieron Paulinne y una amiga suya! La probabilidad de que eso ocurra en una ciudad con 2 millones de personas embutidas, la verdad es que no es mucha. Annina también llegó al cabo de un rato y decidimos que también queríamos nuestra ración de chocolate y caramelos!

Hasta gente con paraguas al revés recogiendo el chocolate que llovía. Tengo que mirar cuantos Kg de dulces se repartieron, pero viendo la alegría al tirarlos… Muchos, seguro.


Con los pies congeladitos y con una inmensa pena en el cuerpo por no poder quedarnos, cogimos el tren de las 16:50 para Gelsenkirchen, desde donde volvimos a la normalidad y a las respectivas casas…

P.D. Siento haber tardado tanto, sobretodo cuando Palomanima se me ha adelantado ya, pero es que no veía la manera de poner todo en orden para contarlo.

P.D.2. El título del post es por el estribillo de una canción alemana que sonó no menos de 40 veces aquel día. Junto con las palabras "Coca Cola" y "Icekalt". Cuanto le pagaría la compañía al comentarista por cada vez que dijera el nombre??