lunes, octubre 10

Seminario Part. 2


Las dinámicas de grupo están muy bien, te ayudan a desarrollar el ingenio y a divertirte, pero creo que no lograrán levantarle la frustración por la cena al pobre Francesco. Todo el mundo esperaba “comida italiana”, entiendase por pasta, y además el rissoto le salió soso porque olvidó echarle sal a la comida… No sabía como disculparse el pobre. Para mi estuvo bueno, unos puñados de sal después, claro. Aunque fue la primera vez que sobró cena y la señal no podía ser más evidente.
Intenté ahogarle la pena en vino tinto, pero no funcionó. Quizá tiene razón el gitano de “La tesis de Nancy”:
- Cuando bebo vino fino, creo en la inmortalidad del alma, pero cuando es tinto, no.

El viernes por la mañana a las 7 salimos para Berlín, pero por designios del Señor, el autobús no apareció a la hora correcta y nos hizo perder el tren y todos los enlaces correspondientes, así que llegamos como unas 3 horas tarde; sin contar las 3 y media de pié que más de uno nos pegamos en el tren, porque no había asientos.
Nuestro hostel es bastante céntrico y está situado en un barrio turco, aunque no desmerece para nada. Es en plan alternativo y el nombre creo que lo dice todo “Regenbogenfabrik” (Fábrica Arco iris). Los chicos tenemos una habitación y las chicas otras. Sugerí de cachondeo a la monitora que si no podíamos intercambiar con las chicas, con lo que se dio la vuelta y dijo que quien se quisiera intercambiar, no había problemas. Eso me pasa por gracioso…

Toda la tarde la pasamos con un guía, andando por la ciudad y visitando los sitios más famosos de la ciudad, Museo Pérgamo, Universidad, Museo de Arte Contemporáneo, Brandemburg Tor, Reichstag…

Brandemburg Tor


Pasamos a la velocidad del rayo, lloviendo, intentando esquivar a la gente sin perdernos y hacer fotos sin mojar las cámaras. Realmente tiene mérito acordarse de la mayor parte de lo que hicimos, aunque no llegamos a enterarnos de demasiado.
Al día siguiente visitamos el Jewish Museum Berlín. Es la primera vez que me impacta tanto un museo. Era tanto o más importante la arquitectura del mismo como lo que se exponía en el interior. De visita obligada si vas a la ciudad.
La tarde la dieron libre y cada grupo tiró para un lado, los chicos a ver el Memorial to the Murdered Jews of Europe que impresiona con sus 19.000 m² y 2.711 piezas. La puerta de Brandemburgo, que estaba de festival por el Día Nacional de la Reunificación, el Reichstag por fuera. Y por último nos marchamos a ver el un trozo del antiguo muro que hay al lado del pabellón de Sony, que también es impresionante.
Terminé la tarde rendido y con los ojos queriendo descansar de tanta impresión.

Terminando la estancia visitamos el Reichstag de nuevo, pero ahora el interior.
Comienzo a sospechar que tengo realmente aspecto de terrorista, porque al pasar por los arcos de seguridad y los rayos X, preguntaron si llevaba “a pocket knife” (mi navaja suiza) en la mochila y que si la podía dejar allí… Si me la devolvían después, claro.
Después me hicieron quitar la chaqueta y hasta me cachearon. Está visto que soy peligroso en este país.
En la visita por Albrecht Straße, la cosa cambió, eran los últimos restos de la jefatura de la SS y me entró auténtica irritación y acojone de ver lo que se había fraguado allí. Los alemanes sienten bastante pudor a la hora de hablar de ese pasado y viendo lo que se había permitido hacer a unos pocos en ese sitio, puedes aproximarte a sus razones.

Salimos corriendo de allí porque teníamos el tiempo justo para comer y llegar a la estación de tren. Llegamos a “casa” después de 3 horas largas de viaje…


P.D. Espero terminar esto pronto, porque creo que se está haciendo demasiado largo. Pero un poco más adelante, aun estoy flojo.

Pabellón Sony