He hecho caso a un “amigo” que conocí de una manera que no soy capaz de recordar. Lo pongo entre comillas, porque no creo haberle podido aportar casi nada, mientras que yo me he enriquecido y he hecho mías algunas de sus ideas. Es un fenómeno de esos de los que tienes claro que, cuando seas mayor, quieres ser como él.
Postuló que cuando estás a punto de reventar, que sabes que tienes que decir algo pero no encuentras la forma, lo mejor es forzar tu propia maquinaria para que eso salte fuera. Bien con una borrachera fenomenal, haciendo algo hasta caer rendido o por la falta de sueño.
Ejecutada la última posibilidad, salieron unas cuantas cosas, que nadie dudaría de calificar de “despotrique”. Como ya no me acuerdo de la misa la mitad, lo dejo en un resumen matemático acerca de la estupidez humana. También es algo tomado prestado.
Con el frío y el contacto con la gente fría, debe venir el virus de la falta de originalidad como extra.
Las leyes fundamentales de la estupidez humana
(basado en Cipolla, Carlo M.: Allegro ma non troppo, 1998 )
Primera Ley Fundamental: Siempre e inevitablemente todos subestiman el número de individuos estúpidos en circulación
A primera vista esta afirmación puede parecer trivial, o más bien obvia, o poco generosa, o quizá las tres cosas a la vez. Sin embargo, con un examen más atento siempre quedaremos sorprendidos de forma repetida y recurrente por el hecho de que:
a. Personas que uno ha considerado racionales e inteligentes en el pasado resultan ser inequívocamente estúpidas;
b. Día tras día, con una monotonía incesante, vemos cómo entorpecen y obstaculizan nuestra actividad individuos obstinadamente estúpidos, que aparecen de improviso e inesperadamente en los lugares y en los momentos menos oportunos.
Segunda Ley Fundamental: La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona.
No todos los humanos son iguales ya que unos son más estúpidos que otros. El grado de estupidez viene determinado genéticamente por la naturaleza pero no está asociado a ninguna otra característica de raza, sexo, nacionalidad o profesión. Se realizaron amplios estudios demográficos con muy diversos sectores de la población. Inicialmente afirma haber comprobado que entre los trabajadores "de cuello azul" existía una fracción σ de estúpidos y que esa fracción era mayor de lo que esperaba, con lo que se confirmaba la primera Ley. Sospechando que podía deberse a falta de cultura o a marginalidad social estudió muestras de trabajadores "de cuello blanco" y a estudiantes, comprobando que entre ellos se mantenía la misma proporción.
Tercera Ley Fundamental (o de Oro): una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas.
Pudiendo subdividirse en:
Desgraciado: aquel que se causa un perjuicio a sí mismo, beneficiando a los demás.
Inteligente: aquel que se beneficia a sí mismo, beneficiando a los demás.
Bandido: aquel que obtiene beneficios para sí mismo, perjudicando a los demás.
Estúpido: aquel que causa pérdidas a otros, perjudicándose a la vez a sí mismo.
La mayoria de nosotros no nos comportaremos siempre de una manera consistente, alternaremos entre inteligente y desgraciado. Los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido. Una persona inteligente puede entender la lógica de un bandido. Las acciones de un bandido siguen un modelo de racionalidad. El bandido quiere obtener beneficios y puesto que no es suficientemente inteligente como para imaginar métodos con que obtener beneficios para sí procurando también beneficios a los demás, deberá obtener su beneficio causando pérdidas a su prójimo. Ciertamente, esto no es justo, pero es racional, y siendo racional, puede preverse. En definitiva, las relaciones con un bandido son posibles puesto que sus sucias maniobras y sus deplorables aspiraciones pueden preverse y, en la mayoría de los casos, se puede preparar la oportuna defensa.
Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible. Tal como está implícito en la Tercera Ley Fundamental, una criatura estúpida nos perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más improbables y más impensables. No existe modo racional de prever si, cuando, cómo y por qué, una criatura estúpida llevará a cabo su ataque. Frente a un individuo estúpido, uno está completamente desarmado.
Puesto que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, es lógico pensar que tienen todas las de ganar porque:
a. Generalmente el ataque nos coge por sorpresa.
b. Incluso cuando se tiene conocimiento del ataque, no es posible organizar una defensa racional porque el ataque, en sí mismo, carece de cualquier tipo de estructura racional.
El hecho de que la actividad y los movimientos de una criatura estúpida sean absolutamente erráticos e irracionales, no sólo hace problemática la defensa, sino que hace extremadamente difícil cualquier contraataque. Y hay que tener en cuenta también otra circunstancia: la persona inteligente sabe que es inteligente; el bandido es consciente de que es un bandido y el desgraciado incauto está penosamente imbuido del sentido de su propia candidez. Pero al contrario que todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido y esto contribuye en gran medida a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su poder devastador.
Cuarta Ley Fundamental: Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento, lugar y circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.
Ejemplo de estupidez humana aplicada en el mundo animal.
Si quieres leer de donde ha salido todo eso, puedes leerlo aquí (Carlo M. Cipolla: estupidez humana).
Me perdonen la rabieta, aceptaré las críticas con gusto. Así tendré alguien con quien enfadarme en mi propio idioma ;).
P.D. Al perro todavía lo perdono... Esa pata parece tener vida propia!